En realidad la Iglesia le
concede a los fieles laicos mucho más
que el derecho a una simple opinión, le contempla el derecho a gozar de la celebración de una
Liturgia verdadera como la Iglesia
dispone. En la Instrucción Redemptionis Sacramentum, (2004) sobre lo que se debe
observar o evitar en la Eucaristía , la Congregación para el Culto Divino
establece lo siguiente:…· todos los
fieles cristianos gozan del derecho
de celebrar una liturgia verdadera,
y especialmente la celebración de la santa Misa, que sea tal como la Iglesia ha querido y establecido, como está prescrito en los libros litúrgicos y en las
otras leyes y normas” (RS 12).
De acuerdo a esto, el fiel
cristiano tiene derecho a exigir que la celebración litúrgica se celebre como
la Iglesia lo quiere y establece, y no
según el gusto, ocurrencia o novedades que desee incluir un grupo de laicos, es más, la Iglesia, ya en el Concilio
dictaminó que nadie, ni siquiera un sacerdote puede alterar la liturgia:…” §3.
Por lo mismo, nadie, aunque sea
sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la
Liturgia.” (S.C. Nº 22)
Consecuentemente con lo anterior, la Iglesia también contempla que ante
un abuso litúrgico el fiel cristiano tiene derecho a quejarse: …”Cualquier católico, sea sacerdote, sea
diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por un abuso
litúrgico”… (RS 184).
En nuestro país, aparentemente, no hay abusos litúrgicos, sin embargo, una
atenta observación empieza a notar que sí los hay, quizás en menor grado
que en otras partes, pero es claro que si se permiten, si nadie da la voz de
alerta, si todos callan, si hay una
actitud permisiva, esto irá en aumento y llegaremos a los penosos excesos que
se han dado en otros lugares y esto no debe tolerarse. Debemos defender la
sacralidad de la Liturgia y no permitir que se vaya convirtiendo en una mera
reunión social de carácter filantrópico en que sólo esté presente la acción del
hombre y se desdibuje u oculte al verdadero actor de la Liturgia, Cristo, Sumo
y Eterno Sacerdote.
Uno de los errores de criterio pastoral más grandes y graves que se han
cometido en los últimos cincuenta años de parte de algunos, ha sido el de creer que en la medida que
se despoja a la liturgia de sus signos y
símbolos sagradas, en la misma medida los hombres la sienten más cercana. Craso
error. El resultado está a la vista: todas las estadísticas muestran un
continuo decrecimiento en la asistencia
a Misa y en la participación de los Sacramentos, y sin embargo, porfiada y
pertinazmente, en vez de corregirse los errores, se aumentan las acciones tendientes a hacer
de las celebraciones litúrgicas un evento social entretenido, en consecuencia
el presbítero se transforma de sacerdote, en un “animador” del evento, la asamblea, de pueblo sacerdotal, en “
público”, y el provecho espiritual de la
Misa, se mide por la cantidad de aplausos, risas y estruendo de los
instrumentos de música y amplificación, …“este pueblo me alaba con los labios,
pero su corazón está lejos de mí”.
Es hora de decir: basta!