sábado, 27 de septiembre de 2014

¿Un laico puede opinar sobre la Liturgia?



En realidad la Iglesia le concede  a los fieles laicos mucho más que el derecho a una simple opinión, le contempla  el derecho a gozar de la celebración de una Liturgia  verdadera como la Iglesia dispone. En la Instrucción Redemptionis Sacramentum, (2004) sobre lo que se debe observar o evitar en la Eucaristía , la Congregación para el Culto Divino establece lo siguiente:…· todos los fieles cristianos gozan del derecho de celebrar una liturgia verdadera, y especialmente la celebración de la santa Misa, que sea tal como la Iglesia ha querido y establecido, como está prescrito en los libros litúrgicos y en las otras leyes y normas” (RS 12).
De acuerdo a esto, el fiel cristiano tiene derecho a exigir que la celebración litúrgica se celebre como la Iglesia lo quiere y establece, y no  según el gusto, ocurrencia o novedades que desee incluir  un  grupo de laicos, es más, la Iglesia, ya en el Concilio dictaminó que nadie, ni siquiera un sacerdote puede alterar la liturgia:…” §3. Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia.” (S.C. Nº 22)



Consecuentemente con lo anterior, la Iglesia también contempla que ante un abuso litúrgico el fiel cristiano tiene derecho a quejarse: …Cualquier católico, sea sacerdote, sea diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico”… (RS 184).




En nuestro país, aparentemente, no hay abusos litúrgicos, sin embargo, una atenta observación empieza a notar que sí los hay, quizás en menor grado que en otras partes, pero es claro que si se permiten, si nadie da la voz de alerta,  si todos callan, si hay una actitud permisiva, esto irá en aumento y llegaremos a los penosos excesos que se han dado en otros lugares y esto no debe tolerarse. Debemos defender la sacralidad de la Liturgia y no permitir que se vaya convirtiendo en una mera reunión social de carácter filantrópico en que sólo esté presente la acción del hombre y se desdibuje u oculte al verdadero actor de la Liturgia, Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
Uno de los errores de criterio pastoral más grandes y graves que se han cometido en los últimos cincuenta años de parte de algunos, ha sido el de creer que en la medida que se despoja  a la liturgia de sus signos y símbolos sagradas, en la misma medida los hombres la sienten más cercana. Craso error. El resultado está a la vista: todas las estadísticas muestran un continuo  decrecimiento en la asistencia a Misa y en la participación de los Sacramentos, y sin embargo, porfiada y pertinazmente, en vez de corregirse los errores,  se aumentan las acciones tendientes a hacer de las celebraciones litúrgicas un evento social entretenido, en consecuencia el presbítero se transforma de sacerdote, en un “animador” del evento,  la asamblea, de pueblo sacerdotal, en “ público”,  y el provecho espiritual de la Misa, se mide por la cantidad de aplausos, risas y estruendo de los instrumentos de música y amplificación, …“este pueblo me alaba con los labios, pero su corazón está lejos de mí”.
Es hora de decir: basta!